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Miguel Ángel Laguna: "Las manos del Cristo de Medinaceli son asombrosas"


Jesús de Medinaceli tras ser restaurado

Ávila ha estado durante 87 días -más de dos Cuaresmas- sin poder postrarse ante el suspiro eterno que contiene el pecho de Dios. Casi tres meses sin poder amarrarse a Sus manos amarradas que cada mes de marzo tiran de la primavera para traerla, tantas veces a regañadientes, al pie de las Murallas. Casi catorce semanas sin comprobar que no se puede aguantar la mirada baja del Rey de los humildes que reina en el Universo.


Miguel Ángel Laguna Villalobos (1976), imaginero y restaurador de arte sacro, ha acogido en su casa de Villaconejos a Jesús de Medinaceli durante todo este tiempo para dejar al Señor como lo concibió Gerardo Morante. Detrás de barnices, pintura, estucos y madera Miguel Ángel transmite que ha encontrado lo que todos suponíamos: el amor, la fe y la devoción del pueblo de Ávila al Nazareno, en forma de besos, lágrimas y caricias derramadas durante siete décadas.


Formado en Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, especializado en Escultura, Restauración y Policromía, e inspirado por los maestros del Renacimiento -aun reconociendo la influencia barroca- no deja de ser el niño que "hacía imágenes de plastilina" tras escuchar las vidas de los santos que le contaba su abuela Victorina. Quizá por eso, por el niño que lleva dentro y que desde muy pequeño quiso modelar representaciones de Dios, Dios le eligió para restaurar su Imagen cautiva abulense. La abuela Victorina, desde su balcón del Cielo, debe de estar tremendamente orgullosa.


Pregunta: ¿En qué ha consistido la restauración del Cristo de Medinaceli?

Respuesta: La Archicofradía se puso en contacto conmigo porque la talla tenía algunos problemas estructurales que había que reforzar y revisar. El Cristo tiene talladas la cabeza, las manos, los pies y las pantorrillas, lo demás es un bastidor como el que puede tener cualquier Imagen de candelero de la Virgen. En la unión de los tobillos y las piernas los ensambles estaban muy marcados y además hay un pequeño fiador de hierro que hace las veces de tercer punto de apoyo, anclado a la peana y al candelero, que evita que el Señor sufra demasiados bamboleos en las procesiones. El problema era que ese fiador estaba bien fijado a la peana, pero no al otro extremo, el del bastidor, donde estaba totalmente suelto y salía y entraba sin ejercer ninguna sujeción. Entre eso y que el Cristo procesionó durante muchos años en una carroza de ruedas por las calles empedradas de Ávila, la talla había sufrido muchísimo. Ese era el principal problema, había que reforzar esos ensambles, encolar, tapar y demás. Esa primera intervención la hicimos en el convento de San Antonio, a principios de 2017, para que pudiera salir en Semana Santa.



Laguna restaurando al Cristo de Medinaceli

P: Y en esta segunda fase de la restauración, ¿cuál ha sido su actuación sobre la talla?

R: Una vez hecha la primera intervención, más urgente, decidimos con los PP Franciscanos y la Archicofradía posponer la segunda a este verano, puesto que es la época en que la afluencia de fieles baja. Trajimos al Cristo a mi taller y aquí comencé a retirarle los barnices viejos que tenía. Me encontré que el Cristo fue intervenido al menos otra vez, no sé si de manera muy profesional o no, y la cara tenía pérdidas importantes de policromía.

Las manos también estaban muy rozadas, en este caso por los cordones que las amarran, que van desgastando la policromía. Finalmente, el pie derecho que tiene adelantado para cumplir la función devocional del besapié, estaba totalmente desgastado del empeine hacia delante. Hablamos de una Imagen a la que al menos 30 o 40 personas han acariciado o besado el pie a diario durante setenta años. Debido al desgaste paulatino, en otras ocasiones se había tratado ese pie, pero se había hecho con cera y betún de Judea, que es lo peor que se puede dar a la madera cuando ha quedado a la vista al haber perdido la protección del estuco. Hubo que limpiar muy en profundidad toda esa cera para, con el nuevo estuco, recuperar el volumen del pie.

El paso del tiempo, la devoción enorme que tiene y el uso de la Imagen para procesiones, Vía Crucis y demás actos litúrgicos también habían ido desgastando la peana, especialmente su parte delantera derecha, que se ha recuperado con nuevo estuco y oro alemán.

Hay que decir que el Señor tenía ya de origen una muy buena policromía. La cara, las pantorrillas y lo que quedaba de los pies está tal cual. Gente de Ávila pensaba que quizás regresaría más claro, no tan moreno, pero está como estaba en cuanto a tono. El extremo del pie derecho sí que ha quedado un poco más claro al retirar el betún de Judea, que ennegrece mucho.


Pie derecho del Señor restaurado

P: Quizá muchos se preguntarán si el Cristo de Medinaceli tiene tallados los dos pies o sólo el derecho, ya que es el que se emplea de forma devocional.

R: Tiene tallados los dos, lo que pasa es que al ir el derecho adelantado, el izquierdo queda tapado por la túnica, pero lo tiene y está en perfecto estado.


P: Habiendo intervenido sobre ella, ¿qué destacaría de la Imagen abulense de Jesús de Medinaceli que tallara Gerardo Morante hace 70 años?

R: El rostro impacta, e impacta más aún visto como lo he visto yo tan de cerca. Pero si el rostro impacta, las manos son asombrosas. Es una talla maravillosa, en tensión, con las venas y los tendones marcados… Es lo que más destacaría de esta obra de arte.


P: Siempre se ha oído decir que el Cristo de Medinaceli de Ávila es la copia más fiel de la Imagen original de la escuela sevillana que se conserva en la capital de España. ¿Esto es así?

R: Yo creo que sí. No es que sea una inspiración, es más que eso, yo creo que Morante tuvo que coger a la fuerza apuntes sobre el Cristo madrileño, porque los rasgos son muy parecidos. El artista al final impone su gubia, eso está claro, pero sí es muy similar.


P: ¿Qué opinión le han trasladado del resultado de la restauración?

R: Aunque la restauración se realiza a petición de la Archicofradía, el Cristo pertenece a los Padre

Pie del Señor antes de la restauración

s Franciscanos, que son los que han seguido el proceso. Al volver a Ávila con la talla [el domingo 8 de octubre] tenían esas dudas comprensibles de si lo verían más blanco, de si la gente dirá que se lo han cambiado… lo típico de cualquier hermandad, pero cuando desembalamos la Imagen quedaron muy contentos con el resultado, están muy ilusionados por el valor artístico y devocional que tiene. Ahora espero conocer la opinión de la Junta de Gobierno y de los hermanos, que son los que cuidan, atienden y miman al Señor a diario.


P: ¿El clima de Ávila daña las imágenes?

R: Para las Imágenes lo malo es la humedad directa, que daña y corroe el estuco y que acaba haciendo que la policromía se venga abajo. Una humedad de pared y en el interior de un templo es lo peor, pero ni mucho menos es el caso del convento de San Antonio. El Cristo de Medinaceli está en un espacio totalmente saneado sin ningún tipo de humedad. En cualquier caso, el clima de Ávila no es perjudicial para las Imágenes, puesto que lo peor es el calor elevado y seco que puede dilatar la madera.


P: ¿Conoce la Semana Santa de Ávila? ¿Qué destacaría de ella?

R: Me parece una Semana Santa muy curiosa, con toda la innovación que supone la influencia andaluza en hermandades como la Esperanza y la Estrella, sus pasos, varales, palios, cuadrillas… Destacaría la pluralidad de la Semana Santa de Ávila, con la introducción de esa forma de hacer andaluza pero conservando al mismo tiempo, afortunadamente, la tradición castellana con procesiones como el Miserere, que yo creo que es de las más puristas en el ámbito de toda Castilla. Todas son bonitas, porque a quién no le gusta verse mecer una bambalina y a quién no le gusta en el silencio de la noche escuchar solamente el sonido de las horquillas o de las cadenas de los penitentes.


P: ¿Ha estado muchas veces en Ávila en Semana Santa?

R: Un año sí vi la Semana Santa de Ávila completa, de principio a fin, y luego he estado muchas veces en días sueltos porque vas haciendo amigos. Tengo algunos en la Estrella, también en la Esperanza. Incluso una vez pude tener el inmenso honor de llevar a Santa Teresa y al Amarrado a la Columna en la procesión de la Cuaresma.


P: ¿Cuál es hasta ahora la obra más importante que ha llevado a cabo?

R: En cuanto a obra nueva, una capilla franciscana que decoré completamente el año pasado. Está en Madrid, en Batán. Lo digo a nivel devocional, de implicación con los cuadros y de estudio para describir iconográficamente cada momento a través de la pintura sin caer en rutinas de pintar paisajitos y demás. Ése ha sido hasta ahora mi gran reto junto a la capilla que tengo en El Líbano, que eso sí fue una aventura. Ahora tengo entre manos un Calvario también para Madrid, pintado sobre tabla, con un boceto innovador dentro del poco margen que te deja un Calvario para innovar.

Y en cuanto a restauraciones he tenido muchas, no quiero hacer de menos a nadie, pero restauré un San Benito de Palermo, de Luis Salvador Carmona. Gocé mucho teniendo en mis manos una obra de tal maestría en cuanto a talla y policromía.


P:¿Cuál es su proyecto de imaginería soñado?

R: Mi lema es "seguir soñando". Para mí todo es un sueño, el verme aquí en Villaconejos, en la casa de mis padres, tener mi taller donde he nacido, donde he vivido… para mí eso es un sueño. Seguir haciendo arte sacro, nuevo o de restauración, hasta el día que me muera. Es lo que deseo desde que nací y quiero que lo siga siendo todos los días. Es un sueño más que por alcanzar, por mantener. No quiero otra cosa.

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